lunes, 8 de agosto de 2011

CAPITULO 8.
Estamos sentados en el borde de la piscina, con los pies dentro. Empezamos a hablar de todo. Me doy cuenta de que tenemos muchísimas cosas en común.
-Podríamos darnos ahora un baño. – Dice Justin.
-Sí. – Río – Pero no tenemos los bañadores y si entramos a por ellos, despertaremos a los demás.
-¿Y quién ha dicho que necesitemos los bañadores? – Sonríe.
Por un momento me asusté, pensaba que se refería a bañarnos desnudos o algo así.
-Podemos bañarnos con la ropa, y luego cambiarnos. – Me dice. Creo que lo dijo al ver mi cara, un poco asustada.
-Pero…
No me dio tiempo de terminar la frase, cuando Justin ya estaba de pie, cogiéndome del brazo para levantarme. Cuando consigue levantarme, me coge en brazos y nos tira a los dos a la piscina.
-Estás loco. – Le digo sonriendo.
-¡No pasa nada!
-Claro que pasa, no tengo más ropa.
-Joder, es verdad. Bueno, no te preocupes, creo que aquí tengo ropa mía, yo te dejo cualquier cosa.
-Anda, vale… - Río.
En un momento de silencio, Justin se acerca a mí, yo también me acerco a él, nos besamos. Empezamos a reír.
-Tengo que decirte una cosa. – Me dice Justin.
-Sí, dime.
En ese momento empiezo a ponerme un poco nerviosa.
-Me gustas.
Joder, ahora qué le digo. No sé si decirle la verdad, que él a mí también me gusta, o hacerme un poco la difícil, lo que según dicen, es lo que funciona.
-Tú a mí también.
En ese momento, hay un silencio algo incómodo. Nos estamos mirando a los ojos, sonriendo.
-Bueno, ya será un poco tarde, ¿no? – Me pregunta.
-Son las cuatro y veinte. – Le contesto mientras miro el reloj.
-¿Tú tienes ya sueño?
-Bueno, un poco ya sí.
-Entonces, vámonos a dormir ya, si quieres.
-Sí.
Nos acercamos nadando a la escalera y salimos. Empezamos a andar hacia la casa. Me coge de la mano.
-Estamos empapados. – Le digo sonriendo.
-La verdad es que sí. – Me contesta mientras estruja su camiseta con la otra mano, con la que no me está cogiendo la mía.
Desde ese momento hasta que llegamos a la puerta de la casa, vamos en silencio, mirándonos y sonriendo. Aunque no me vea, seguro que tengo esa sonrisa de tonta que tengo cuando estoy enamorada.
Marc y Marina todavía están en el sillón que hay fuera, en la puerta de la casa, siguen igual que cuando nos fuimos. Se les nota lo enamorados que están. Nosotros seguimos cogidos de la mano. Me doy cuenta de que Marc le hace un gesto a Marina, para que mire que estamos cogidos de la mano y los dos empiezan a reír.
-Vamos a coger algo de ropa seca. – Me dice Justin susurrando.
Entramos a una habitación en el piso de abajo, donde están todos nuestros bolsos y donde también hay un armario. Justin abre el armario y empieza a sacar ropa.
-Toma esta camiseta y este pantalón. – Me dice Justin.
Cojo la ropa y mi bolso, para poder ponerme otra ropa interior y me voy al baño a cambiarme.
-Ahora vengo, voy a cambiarme. – Le digo a Justin.
-Vale, yo te espero aquí.
Me cambio de ropa, cuando termino voy a la habitación donde está Justin, que ya ha terminado de cambiarse.
-Vamos a subir. – Me dice.
-Sí.
 Salimos al pasillo, para subir, nos encontramos a Marc y Marina que están entrando. Subimos los cuatro las escaleras en silencio, otra vez con los zapatos quitados para que no nos escuche nadie. Entramos en la habitación. Los pocos que se quedaron durmiendo, siguen igual que antes. Marina y yo, volvemos a dormir juntas y Marc y Justin, también.
-Buenas noches. – Dice Marc.
-Buenas noches. – Contestamos Justin, Marina y yo.
Los cuatro nos quedamos dormidos. Escucho un murmullo. Son Marina y Marc, que están sentados en la cama donde estaban durmiendo Justin y Marc. Me giro, y encuentro a Justin a mi lado.
-¿Qué hora es? – Pregunto a Marina.
-Son las nueve y media, creo.
-¿Y ya estáis despiertos?
-Sí. – Sonríe.
Levanto la cabeza y miro a los demás. Solamente está Miguel, que está durmiendo.
-¿Dónde están las otras? – Pregunto.
-Se fueron hace un rato a la piscina. – Me responde Marina.
Marc me hace un gesto con la cabeza, miro atrás, donde está Justin durmiendo, se está despertando.
-¿Qué hacéis ya todos despiertos? – Pregunta Justin.
Todos nos reímos.
-¿Y si nos bajamos a desayunar a la piscina? – Pregunta Marina.
-Vale. – Respondemos Marc y yo. Justin no contesta, él está todavía medio dormido.
Marina y Marc se levantan. Marina baja a cambiarse y Marc se cambia arriba. Yo me quedo sentada en la cama, esperando a que vengan y a que se levante Justin. Justin no se despierta, así que yo lo llamo.
-Vamos, Justin, te estamos esperando.
-¿Ya se han ido todos?
-Sí. Miguel se acaba de ir también.
-Vale, eso es lo que yo quería. – Sonríe.
 Yo me quedo mirándolo extrañada. Él se levanta y se sienta a mi lado. Me mira, y me besa.
-¿Ya entiendes por qué quería que nos quedáramos solos? – Se ríe.
De repente entran Marc y Marina. Seguramente han escuchado todo, pero podemos confiar en ellos.
-Venga, ¿bajamos ya? – Dice Marina.
-Sí, ya vamos. Pero tenemos que cambiarnos. – Le contesto.
-Bueno, ¿os esperamos o nos vamos nosotros? – Pregunta Marc.
-Esperaros, no tardamos.
Yo me voy al baño que hay en el piso de arriba, Justin baja y mientras Marina y Marc se quedan arriba. Cuando yo termino subo a donde están ellos dos, Justin también está ya allí.
-Venga, vámonos ya. – Dice Justin.
Bajamos abajo, Justin entra a la cocina a coger el desayuno y nos vamos todos a la piscina. Los demás están todos dentro del agua. Nosotros nos sentamos a comer unos dulces y leche. Terminamos y nos metemos los cuatro en la piscina. Marc, Eric, Justin, Marina, Jesús y Miguel se ponen a jugar a fútbol mientras que Lucia, Maria y yo los vemos jugar mientras jugamos a las cartas. Marina y Marc se cansan de jugar, y se sientan en el césped, a nuestro lado, mientras los otros cuatro todavía juegan. Ya es la hora de comer. El padre de Justin enciende la barbacoa para hacer algo de comer.
-Vamos, que ya tenéis la comida hecha. – Dice el padre de Justin.
Todos nos sentamos alrededor de la mesa para comer. Cuando terminamos de comer todos se sientan en el césped, a la sombra. Justin y yo nos metemos en la piscina, porque hace mucho calor. Al rato, un poco antes de irnos, todos nos metemos en la piscina, para darnos el último baño.
-Justin, tú te quedas aquí con tus padres, ¿no? – Pregunta Marc.
-Sí.
Vale, ahora que me pongo a pensar… ¿con quién me voy ya a casa?
-Pero antes tengo que ir a llevar a Sandra su casa. – Dice Justin.
Que alivio, ya creía que me tenía que ir sola y andando.
Entramos en la casa para cambiarnos de ropa antes de irnos y recoger nuestras cosas. Miguel hace un rato que se fue. Jesús, Maria, Eric y Lucia se van en el coche de Eric; Marina y Marc en la moto de Marc y Justin y yo, en su moto.
Eric es el único que tiene coche, porque es el único mayor de edad, él tiene diecinueve años. A Marc y Justin solamente le quedan cinco meses para cumplir los dieciocho años, y nosotras cuatro, acabamos de cumplir los diecisiete; y Jesús, la verdad es que no sé la edad que tiene, porque no lo conozco mucho, pero supongo que también tendrá diecisiete o dieciocho años.
Los primeros en salir del charlé son Eric, Lucia, Maria y Jesús. Los otros cuatro que quedamos salimos a la vez. En mitad del camino Marc y Marina van por otro lado, para ir a casa de Marina. Nosotros seguimos hacia mi casa. Ya en la puerta, bajo de la moto, Justin se baja también.
-¿Luego hablamos? – Me dice Justin.
-Vale. – Le digo sonriendo.
Justin se acerca a darme un beso.
-Te quiero. – Me dice.
-Y yo. – Le contesto.
Se monta en su moto y se va, mientras yo me quedo mirándolo desde la puerta de mi casa, todavía cerrada.

1 comentario: