CAPITULO 5.

-Es ya un poco tarde, ¿no? – Dice Sandra.

-Llevaba razón, son las cinco de la madrugada. Esa noche se me había pasado volando, como si nada.

-¿Queréis que os acerquemos a casa? – Pregunta Marc.

-Vale. – Responde Marina.

Entonces, supongo que yo acercaré a Sandra a su casa.

-Bueno, ¿nos vamos ya? – Pregunta Marina.

-Sí. – Responde Sandra.

Salimos los cuatro de la fiesta, donde ya quedaba muy poca gente. Marc y Marina subieron primero en la moto de Marc, después Sandra y yo subimos a la mía. Marc se fue por otro camino, para llevar a Marina. Llegamos a la casa de Sandra, paré mi moto en la puerta de su casa y me bajé, para despedirme de ella.

-Bueno… yo ya me quedo aquí. – Dijo Sandra. Cualquiera diría que un poco nerviosa.

-Sí. – Sonrío. – Por cierto, me ha encantado conocerte.

-A mí también. – Sonríe.

-Nos veremos pronto, ¿no?

-Sí, eso espero. – Sonríe.

En este momento no sé si acercarme y darle un beso, o irme sin más. Me voy acercando poco a poco, para que no se note mucho mis intenciones y para ver si ella también se acerca. Le toco la mano.

-Bueno, ¿te llamo luego? – Le pregunto.

-Sí. – Sonríe.

Veo como se acerca lentamente. Doy un paso hacia ella. Le coloco un mechón de pelo, que se le había salido de ese pasador con forma de flor. Finalmente, le doy un beso. Me alejo de ella despacio.

-Bueno, hasta luego. – Me dice sonriendo.

-Hasta luego.

Me monto en mi moto, y me quedo parado, mirando como entra en su casa. Se para delante de la puerta, me mira y sonríe; yo sonrío, y arranco mi moto. Durante todo el camino hasta mi casa, no paro de pensar en ese beso, un beso cualquiera, uno de los tantos que he dado ya, pero que aún así, no consigo olvidarlo.

Entro al parking de casa, aparco la moto, al lado del Opel de mi padre y subo por las escaleras, para poder coger el ascensor. Llego al cuarto piso, me bajo del ascensor y entro en mi casa, el 4ºB. Mis padres ya están durmiendo, entro en mi cuarto, me acuesto con la ropa, no me apetece cambiarme ahora, tengo mucho sueño.