CAPITULO 13.
Vuelvo al parque, donde están el resto de mis amigos. Vengo de dejar a Sandra en su casa. Aunque no nos haya dicho lo que es, ya me lo imagino. Mis amigos me miran mientras aparco la moto de Marc, y me voy acercando a ellos. Todos me miran intrigados, esperando a que les diga algo. Marina me mira, por su cara, creo que sabe lo que está pasando.
-¿Qué le ha pasado a Sandra, Justin? – Me dice María, hablando en nombre de todos.
-No lo sé. – Le contesto.
Todos me miran con cara de no entender nada, Marina sabe lo que es y además sabe que yo lo sé, y parece que entiende por qué no lo digo.
-Chicas, a vosotras dice que os llamará mañana y ya os lo dirá. – Les digo a las amigas de Sandra.
Me siento al lado de Marina. En un momento en el que nadie está mirando, me acerco.
-Tú sabes lo que es, ¿verdad? – Le pregunto.
-Sí, y tú también. – Me dice. – Pero creo que Lucía y María no saben nada de eso. Yo lo sé, porque no tuvo más remedio que contarmelo.
-Eso imaginaba, es mejor que nosotros no digamos nada, y le sigamos la corriente si no les dice la verdad.
-Sí. – Me contesta.
Ella se vuelve a hablar con Marc.
-¡Yo juego! – Digo.
Dejan esta ronda, para empezar una nueva y así yo pueda jugar. Todos seguimos jugando como si nada. Pero veo como Lucía y María cuchichean, seguro que será por Sandra. Aunque tengo ganas de decírselo a todos para que no estén intrigados, no puedo. Si ella no se lo ha dicho a sus mejores amigas, no voy a ser yo quién lo diga. Ya se lo dirá cuando crea que es el momento. De todas formas, yo mañana hablaré con ella.
Marina ya se va, parece estar preocupada. Marc se va con ella, y así, de paso, la acompaña.
-Oye Jus, ¿quieres que te lleve a tu casa en la moto? – Me dice Marc.
-Ah, vale.
Marc habla con Marina, supongo que será para decirle que se espere. Al final, soy el primero en irme, de todas formas, no tengo muchas ganas de seguir allí. Me despido de todos, y me voy con Marc en su moto. Me deja en casa, ahora va a ir a por Marina, que todavía le espera en el parque.
-Mañana nos vemos. Y no te preocupes por Sandra, todo se solucionará pronto. – Me dice Marc.
-Vale. Sí. Mañana te llamo o algo.
-Vale.
Él se va y yo entro en casa.
Marc va al parque a recoger a Marina, el resto se quedan allí, jugando. Seguramente Marina y Marc se queden en algún sitio, para estar un rato tranquilos. Hace ya algún tiempo que no puedo estar tranquilo con Sandra, siempre hay algo que estropea todo, casi siempre sus padres.
Mis padres ya están comiendo, yo me siento en el sofá y veo un rato la tele, después cogeré algo para comer. Al rato, me entra hambre y le digo a mi madre que me prepare un bocadillo. Termino de comérmelo y me voy a mi habitación, voy a ver si Sandra está conectada. No está. Intentaré no preocuparme, aunque sea difícil. Ya es un poco tarde para llamarla, seguramente estará durmiendo ya. Mañana sin falta, la llamaré.
Suena mi móvil, espero que sea ella. Me levanto rápidamente de la silla del escritorio y voy a coger mi móvil que está en la mesita de noche. Es un sms de Marc. “Mañana vamos a jugar a las 10 de la mañana. ¿Voy a por ti?” Le contesto diciéndole que sí. Bueno, ya que mañana tengo que levantarme un poco antes, y no tengo nada que hacer ahora, apago el ordenador y me acuesto.
Cuando llevo un rato durmiendo, vuelve a sonar el móvil. Me imagino que será Marc, para cambiar la hora, o para decirme que al final no jugamos. Vuelvo a coger el móvil que está en la mesita de noche, abro el sms, esta vez no es de Marc, sino de Sandra. “Ya sé que es un poco tarde, pero no tengo saldo y he esperado a que mi padre se durmiera para cogerle el móvil. No quiero que te preocupes por mí, otra vez ha sido lo de siempre. Mañana hablamos. Un beso. Te quiero.” Yo le contesto. “No pasa nada. Vale, mañana te llamo. Un beso. Te quiero.” No pienso mucho en lo que poner en el sms porque estoy medio dormido, es más, tardo un par de minutos en volver a quedarme dormido.
Empieza a sonar la alarma del móvil. La apago, y sigo durmiendo. ¡Joder el partido! Ya me he levando un cuarto de hora tarde. Salgo de mi cuarto corriendo. Mi madre está en la cocina, preparando el desayuno para ella y mi padre.
-¿Ya estás despierto? – Me pregunta mi madre.
-Sí, a las nueve y media pasará Marc a por mí para ir a jugar.
-Pues son ya las nueve. Date prisa o no te va a dar tiempo. – Me dice mi padre.
Si no fuera porque me voy a jugar a fútbol, me llamaría loco por levantarme tan temprano un día de vacaciones. Él es el que siempre me ha animado para jugar a fútbol.
-Mamá, prepárame a mí también el desayuno mientras yo preparo las cosas.
Vuelvo a mi cuarto, otra vez corriendo. Saco la equipación para jugar y me la pongo, así ganaré un poco de tiempo allí, y Marc seguro que también viene con ella puesta ya.
Cojo la mochila, y meto las zapatillas y algunas cosas más.
Voy a la cocina, mi madre está sacando las tostadas de la tostadora, y mi padre está sentado, delante de la mesa, leyendo el periódico, seguramente estará leyendo algo sobre deportes. Me siento al lado de mi padre, mi madre me pone un plato delante, con la tostada. No me trae la mermelada. Iré más rápido si me levanto yo a por ella. Me levanto, voy a la nevera, la abro y saco la mermelada de fresa y la mantequilla, para mis padres. Me vuelvo a sentar, y empiezo a comer.
Suena el timbre. Mi madre se levanta a abrir, yo miro el reloj que hay colgado en la pared. Son las diez menos veinticinco. Es Marc, seguro.
-¡Justin! Ya está aquí Marc. – Me grita mi madre desde la puerta.
Me levanto rápidamente.
-Suerte hijo. – Me dice mi padre.
-Gracias.
Entro a mi cuarto, veo al final del pasillo, en la puerta de entrada, a mi madre y a Marc, como suponía, ya tiene la equipación puesta. Cojo mi mochila, y salgo.
-¿Llevas todo? – Me dice mi madre.
-Sí. – Le contesto mientras salgo.
Marc y yo nos saludamos y nos montamos en su moto.
-¿Has hablado con Sandra? – Me dice Marc. Después de estar los dos un rato callados.
-Que va. Después cuando llegue a mi casa y me duche, la llamaré.
-Ah, vale.
Llegamos al campo de fútbol. No hay mucha gente, ya que no nos jugamos nada, es un partido para echar el rato. Entramos a los vestuarios, donde están ya casi todos los del equipo, el resto llega después. Algunos salimos al campo. Marc y yo salimos.
-Eh, mira. – Me dice Marc, señalando a la entrada.
Miro, y veo a Sandra, que entra con una mujer y un hombre, supongo que serán sus padres.
-¿Es que sabía algo de que jugábamos? – Me pregunta Marc.
-No sé. Yo no le había dicho nada.
Yo sigo mirándola. Ella se da cuenta de que estoy allí. Le dice algo a sus padres y viene hacia los banquillos, donde estoy yo, y sus padres siguen andando hasta las gradas.
-¡Hola! – Me dice Sandra sonriendo.
-Hola. – Le contesto.
-¿Tú juegas?
-Sí. – Sonrío.
-Entonces juegas contra mi hermano. – Me dice.
-¿Ah si?
-Sí. –Sonríe. – Bueno, ¿esta noche nos vemos?
-Sí. Yo luego te llamaré cuando llegue a casa. ¿Vale?- Le digo.
-Vale. – Me dice.
Mira hacia atrás, a las gradas, donde están sus padres sentados.
-Bueno, me voy con mis padres ya. Luego hablamos.
-Vale.
Se acerca a mí.
-Aunque juegue mi hermano, te animaré a ti, seguro que ganáis vosotros. – Me dice al oído.
Yo sonrío. Sandra se va. Y Marc se acerca.
-Ya no tienes excusa para no jugar bien. – Me dice riendo.
Empiezan a salir los del equipo contrario. Veo al hermano de Sandra, que se queda mirándome. Lleva el número nueve.
-Tenemos que tener cuidado con el nueve. – Le digo a Marc al oído.
-¿Por qué?
-Es el hermano de Sandra.
-Ah, ya. Y no quieres que tus suegros y tu cuñado se enfaden contigo, ¿no? – Me dice riendo. – Tranquilo, que tendré cuidado con él.
Empieza el partido. En la primera parte, marco un gol. Nos vamos al descanso, ganando dos a uno. Me he quedado con las ganas de poder dedicarle el gol a Sandra, pero estaban sus padres allí.
Volvemos del descanso, empieza la segunda parte. Marc marca un gol, a pesar de ser lateral derecho, y que como no, lo celebra haciendo un corazón con las manos, se lo ha dedicado a Marina, aunque no esté allí. Yo voy corriendo a abrazarlo.
-Ha faltado que tú le dedicaras tu gol a Sandra. – me dice Marc mientras volvemos a las posiciones iniciales, para que saquen desde el centro del campo.
-Lo he pensado, pero están ahí sus padres.
-Pero bueno, no tenían por qué darse cuenta de que era a ella, pero Sandra, seguro que sí se daba cuenta.
Nos miramos sonriendo. Él echa a correr, ya que tiene que ir más lejos que yo.
El próximo sí se lo dedicaré, haré el mismo gesto que Marc, así sus padres no se darán cuenta de a quién es.
Quedan diez minutos de partido. No he tocado mucho el balón. Pero necesito marcar el gol. A los tres minutos, más o menos, marco un gol.
Empiezo a correr cerca de las gradas, y hago el corazón con las manos. No miro a nadie, solamente me voy hacia Marc. Cuando estoy abrazándolo, miro a Sandra, que me mira sonriendo.
Termina el partido, hemos ganado cuatro a uno. Cuando me voy yendo hacia los vestuarios, el hermano de Sandra se acerca a mí.
-Enhorabuena. – Me dice sonriendo.
-Gracias. – Sonrío.
-Espero que ese gol dedicado, fuera para mi hermana. – Me dice mientras me da una palmada en la espalda, y sigue andando, dejándome a mí atrás.
Entramos al vestuario, nos cambiamos, y Marc y yo salimos. Fuera están los padres de Sandra, con ella y su hermano. Marc y yo pasamos por su lado, Sandra y su hermano, nos saludan.
Nosotros dos, nos vamos en la moto. Marc me deja en mi casa y él se va a la suya.